El
hogar de los espíritus. Capítulo 1.- “Pánico”
La casa estaba abandonada. Solo ruina se veía en esta. Algunos tratos viejos, rotos y sucios en el abandono al igual que la casa. Hacían años que no la habitaba nadie. Se veía que era hermosa y acogedora en su momento. Quedaba apartada de todo, mucha vegetación frondosa en todo su alrededor. Habían vivido varias familias en ella que habían dejado su historia que el rumor público no les gustaba contarla, decían que traían mala suerte. Era una lástima tomando en cuenta lo hermoso del lugar y de la vivienda misma.
En la actualidad su estructura está tocada por el tiempo y
por la falta de acondicionamiento a la misma, en total abandono. La casa se
había convertido en hogar de rufianes y de escondiste de chicos enamorados.
Durante el día algunos se juntaban a oír música y tomar algunas bebidas, reír y
divertirse.
La mayoría de los chicos habían dejado de visitarla porque
se decía que se veían personas del mas allá. Solo venían algunos incrédulos que
por estar un rato divirtiéndose no le daban fe de verdad a los rumores.
Karla y Arismendi estaban muy enamorados, acostumbraban ir
por allí con los amigos, pero esta vez fueron solos, querían intimidad, estar más
a solas. Tenían poco tiempo que se habían jurado amor por siempre y muy pocas
oportunidades para desenfrenar su amor. Ambos deseaban estar juntos.
Los enamorados habían estado juntos en la biblioteca el día
anterior, hacían trabajos para sus diferentes grados. Los separabas una
distancia de ocho años. Ella cursaba el 8vo. Grado y el ya terminaba el
bachillerato. Se sentaron en la misma mesa y dialogaban en voz baja, así fue
como acordaron encontrarse en la vieja casona. En principio ella se preocupó su
poco, a pesar de que había ido allí muchas veces, ahora era diferente porque
solo estarían ellos. El, con el deseo de estar asola con Karla la convenció de
que no tuviera miedo, que iba a estar con el y por tanto no tenía que temer a
nada. Sus palabras se quebraban al decir esto, ya que el mismo sentía también
su temor, pero deseaba aquel encuentro.
El miedo de los jóvenes no era infundado, no era
caprichoso, en aquel lugar pasaban cosas muy extraña. Allí se decía que habían
estado jóvenes que habían desaparecido y que nunca se supo más de ellos; Otros
habían estado allí y supuestamente habían visto y oído cosas extrañas y les
había dado tiempo de salir corriendo, luego contaban sus historias, hay quienes
decían que esto era cuentos de caminos, a otros les aterrorizaba..
El sector no estaba muy poblado, a pesar de pertenecer a
una zona urbanizada, por esos predios no abundaban las viviendas, solo algunas
casas, donde para llegar a ellas había que pasar zonas solitarias con bosque
denso y que en la noche era muy grimoso. La idea era encontrarse frente a la
casona, venían de lugares opuestos. La chica ascendiendo a la cita viniendo este- oeste, Arismendi lo
hacía oeste-este.
Cuando los jóvenes acudían a su cita aun había claridad,
hacían unos minutos que el sol se ponía a la distancia, aun el camino está
claro, era una tarde de otoño, las hojas marchita de los árboles se amontonaban
en el camino y el follaje de los arbusto se veía marchito, pero en el trópico,
donde decimos que todo el año es verano, en cualquier estación del año habían
muchos árboles que mantenían su belleza y su esplendor.
Aún era temprano, Karla se mantenía confiada en su andar, más
adelante el camino se estrechaba y la maleza se hacía más tupida. Estaba muy
cerca ya del gran árbol de jobo en donde un día encontraron a Marcos Mateo (La
Marmara) ahorcado, pensó en esto y
sintió un cosquilleo en su estómago, aquel lugar nunca le gusto. Sentía un gran
terror el mirar hacia la rama de la cual colgaba aquella vez.. A cada lado del
camino se extendía una gran empalizada que delimitaba el camino de las
propiedades vecinas.
Karla avanzaba con cuidado, de repente sintió un ruido del
lado derecho del camino, Su corazón se le quería salir del pecho. La cosa se agudizo
porque todas las matas de empalizada se remenearon como si alguien avanzara
paralelo a ella a lo largo del camino. La chica corrió a gran velocidad, más
adelante diviso el árbol de Jobo y lo que vio la helo, en aquella rama donde había
colgado “La Marmara” había una soga colgando, se quiso detener pero recordó la
presencia que sentía que la perseguía y atino a acelerar su avance dejando atrás
todo aquello.
La chica diviso la casa y su cuerpo se relajó al ver su
novio parado en el portón de hierro que había en la entrada. El al verla venir
corriendo y con signo de espanto atino en el alcanzarla, al llegar a ella la
abrazo y esta se adhirió a su cuerpo con gran fuerza sollozando.
Karla le conto lo que le paso, este decidió a mirar hacia allá, pero no vio nada, todo estaba
tranquilo, como si lo que dijera la chica no hubiese pasado. La tranquilo, el comenzó a inquietarse al
verla como estaba, pensaba que sus planes se estaban desvaneciendo. Había
deseado tanto este encuentro entre ellos que no estaba dispuesto a
desbaratarlo. Pensó que todo era imaginación de la chica y se esmeró en tranquilizarla.
La chica comenzó a calmarse con las palabras amorosas del joven. Con sus dulces palabras y uno que otras caricias la joven entro en confianza y acepto entrar a la casona. Ya la conocían bien e inmediatamente subieron al piso superior. Tenía unas pequeñas escaleras en concreto, el polvo reinaba por todas partes, las paredes se veían sumamente sucias, el barandal de la escalera estaba en muy mal estado. Arismendi había ido preparado para el momento, había llevado unas bebidas y un cartón para pasar el momento.
Los jóvenes se acomodaron
encima del cartón. Arismendi prendió una vela y eso le dio más confianza
a la chica. Saco una de las bebidas y ambos tomaron directo de la botella.
Karla se iba sintiendo en mayor confianza. El la tomo de la mano con fines de
iniciar un mayor acercamiento. En eso entro una brisa fría por el hueco de
donde había una ventana, eso provoco que se apagara la vela. Todo quedo en
tiniebla. Nueva vez la joven le pareció ver una sombra en el pasillo cruzar
frente a su puerta, se sobresaltó. Arismendi se puso de pie por el sobresalto
de Karla, corrió a la puerta, pero no vio nada. Se sentía más inquieta. Comenzó
a plantear la idea de irse, al chico no le parecía apropiado e intentaba convencerla.
Ella le refresco la memoria diciéndole que recordara todos los sucesos que se decían
que habían ocurrido allí, diciendo esto señalo hacia el hueco de la puerta.
Arismendi se sobresaltó también porque esta vez el también veía lo que estaba
parado allí. Era un ser horrible, se veía entre la realidad y lo inexistente. Parecía
una persona de edad avanzada, con ropas harapientas y ensangrentada, tenía
varios orificios que parecían de bala en el pecho y el estómago. Había un
orificio en la mejilla izquierda que provocaba que se le vieran los dientes y
la encía, debajo de sus cejas no había ojos, solo los huecos vacíos.
Karla pensaba que su corazón se le saldría por la boca,
Arismendi perdió el color, estaba pálido como un papel. Ambos quedaron petrificados,
no sabían que hacer, esta cosa estaba por la única salida que tenían. No sabían
se era un ser humano o un espectro. La cosa no se movía, solo estaba frente a
ellos en una actitud hostil. A pesar de que todo su ser era increíble, los dos
chicos concentraban su vista en lo que llevaba en su mano derecha, era un gran
mazo con muchas pullas.
A pesar de todo, con un momento como ese tan elante, a los jóvenes
les parecía reconocer aquel elemento, repentinamente la situación cambio a
peor, y con ese confirmaron sus temores, la figura que salió detrás del otro
les confirmaba sus sospechas…………
Continuara…….
Humberto Guerrero Reyes
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