“Las autoridades. Un criminal
en el grupo”

En el Hatico había varios negocios; aunque no era un pueblo
muy grande, pero tenía buena ganadería y buena agricultura. Vendían al por
mayor y por eso desde la capital, principalmente, venían con sus camiones a
comprar muchas mercancías. Había un hotel principal, considerado el mejor del
pueblo, Hotel “La Perla del Sur”. Su dueño era Víctor de Jesús Almonte, oriundo
del lugar. Sus padres trabajaron la ganadería por años y lograron mandarlo a
los Estados Unidos. Dicen que este señor se involucró en asuntos ilegales y
tuvo que venir para que no lo mataran. Víctor estuvo en muchos negocios
mafiosos y todos lo sabían, es por ello que algunos miraron hacia este cuando
se mencionó la palabra “sospechoso”. Víctor era un hombre robusto. Estatura
mediana. Una gran nariz y boca grande. El no ser una persona alta y al ser
corpulenta se veía más pequeño de lo que realmente era. Su vida sedentaria de
los últimos años le provocó que su abdomen se inflara más de lo debido. Tenía las
manos grandes y ásperas. Los ojos saltones que al mirarte profundamente daban
miedo, conociendo su historial más.

Del dueño del hotel no había quejas hasta ahora. Trataba de
manejarse sin escandalizar. Tenía fama de mujeriego, ya que era buen partido y más
en una zona donde había tantas personas pobres. Muchas muchachas tenían la
esperanza de ser escogida por el caballero.
Ramona Vicenta Núñez viuda del Orbe. Gerente del principal
banco. Una mujer regia. Ya estaba pasado meridiano, blanca como el papel. Pero
rizado y negro. Se le veían Tanto que le consumía el rostro. Había enviudado
dos veces, quedando con buena fortuna. El dinero le había traído paz económica,
pero no así espiritual. Se sentía sola y había encontrado refugio con una gran
amistad que había iniciado hace años con el párroco. No salía de la iglesia, buscando
a Dios, según ella. Todos decían que era actualizando cada día al sacerdote de
los chismes que sonaban en el medio. Pero que no decía sobre las visitas
ocultas que le hacía Don Ignacio Ortiz, el dueño de la ferretería y quien también
era viudo.
Doña Ramona era la madre de Ángel David Núñez. Un chico que
andaba rondando los 30 años de edad, soltero y muy mujeriego. Se dice que había
tenido algún tipo de relación amorosa con dos de las victimas del asesino en
serie. El joven era problemático y se había
encontrado en muchísimos problemas de faldas. A raíz de todos esos problemas,
la señora andaba con el joven a rastro donde quiera que fuera. La iglesia era
un lugar a donde los principales personajes de la comunidad no faltaban. Hacían
vida religiosa aunque no cumplieran con los preceptos religiosos nunca. Todos incursionaban en el
mundo de la política también. Veían la política como algo empresarial que tenían
que invertir
Todos los mencionados estaban en el lugar de la reunión adjunto
a muchos otros ciudadanos prominentes de la comunidad cuando surgió el
comentario del detective. Las sospechas entre ellos eran parte de los
comentarios de todos. Había muchas personas que tenían colas que pisarle y por
ello se hacían sospechoso de lo que está pasando.
Las declaraciones del detective crearon sorpresas en unos, disgustos en otros, indignación
en algunos. Estos últimos exigían que el Capitán aclarara sus palabras, Que
mencionara a quien se refería. Pero este dijo que no, alego que eso entorpecería
las investigaciones. Las personas allí se pusieron de pie y salieron sintiéndose
ofendido. El Alcalde, el párroco y algunos más se quedaron otro momento junto
al investigador. Este refirió que habían encontrado un cuerpo más. Este era
mucho más antiguo. Estaba en una zona mucho más alejada en el monte. Tenía
todas las características de los demás. Decía que el asesino era un elemento
cruel. Le gustaba la sangre. Según refirió el elemento se había deleitado
asesinando a esta joven. Le había tomado por los cabellos había penetrado el
filo del cuchillo por su cuello cortando la yugular, la tráquea y cuando el
cuchillo tubo alguna dificulta para hacer su labor, había tomado un hacha y
acabado se separar el cuello del resto del cuerpo. Según las investigaciones parecía
que quería quedarse con la cabeza como trofeo, pero que luego desistió.
Doña Ramona era una de las que se había quedado un rato más.
Cuando terminaron todos se despidieron, pero Doña Ramona le dijo al sacerdote
que quería conversar con él. Bueno, le especifico que quería confesarse. Le
digo al hijo que se fuera que se quedaría un rato más. El párroco le dijo que
lo esperase uno diez minutos a lo que esta asintió. Ya había oscurecido. Todos
se habían retirado. La señora decidió cruzar hacia la iglesia que era donde
estaba el confesorio, para llegar hasta allí entro por la sacristía, esta
estaba a oscura alumbrada por la claridad de la luna. Con todo lo que se había hablado
sintió un frio intenso en el estómago de susto al pasar por allí. Se armó de
valor, pensó: “Yo soy una vieja y las
que andan matando son jovencitas”. Ya casi alcanza la salida, cuando sintió una
mano fría que la sostenía del brazo. Casi sin reaccionar, inmediatamente un
brazo le fue colocado alrededor del cuello, sus ojos se desencajaron. No sabia
lo que pasaba, a seguida le taparon la boca, era una enguantada. La mujer era
fuerte, forcejeo con el individuo y logro medio virar la cabeza. Su sorpresa
fue mayor, porque a pesar de que el individuo estaba encapuchado logro
reconocerlo. Perdió la poco ventaja que tenía con la sorpresa que se llevó. No pudo
más
Humberto Guerrero Reyes
Continuara….
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