Al filo de la muerte

Alicia se encontraba presenciando lo más atroz que su joven vida jamás imaginó ver. Un crimen de odio en gran magnitud, y ello hay que decirlo así dado el comportamiento del criminal de cómo estaba torturando a esa mujer. Hasta ahora Alicia no le distinguía el rostro porque estaba toda cubierta. Precisamente parece que el homicida estaba pensando en esto también, porque en ese instante este levanto el cuerpo de la chica y la puso de frente a Alicia.

Alicia no podía hablar ya que su boca estaba amordazada, pero Mirtha si dijo su nombre en su desesperación. El criminal parece que se divertía con la tortura. De repente puso el enorme cuchillo alrededor del cuello de la víctima y poco a poco, como si fuera en cámara lenta, pero con ambas manos muy firme en sus objetivos, fue llevando el cuchillo de una oreja a la otra a la altura del cuello. La sangre se disparó a borbotones, parece que había cortado la vena aorta. La boca de la víctima se veía como una mueca y los ojos desorbitados de la sorpresa. El resto de su cuello disparaba sangre por el lado cercenado como si fuera la tubería de una llave descompuesta expulsando grande cantidad de líquido que en este caso era mucha sangre. Su cuerpo se movía a impulso que le permitían los nervios del cuerpo al ser desconectados del cerebro.
El carnicero tomo la cabeza que tenía agarrada por los cabellos de su víctima y la puso encima de la mesa y procedió a coger el hacha con la que un rato antes había entrado. Atino a darle un solo golpe seco en la parte frontal, partiendo toda la cabeza y el rostro en dos mitades. Alicia se preguntaba como resistía poder observar toda aquella diablura, propia de una mente enferma, desquiciada, de alguien que no podía estar en la gracia del señor jamás.

El criminal volvió a la estantería y tomo otra funda. Luego busco una caja de herramientas y de allí saco un martillo. Tomo la mano izquierda del cuerpo y lo clavo de un solo golpe. Terminada su obra se quedó contemplándola como con satisfacción. Tomo un saco al poco rato y echo todo aquello pedazos dentro. Lo coloco en la mesa. Alicia lo observaba con atención y terror. Lo vio recoger el cuchillo que quedársela mirando. Se asustó aún más. Ya sí, no habrá piedad en este individuo. Su apetito de sangre aún no se saciaba, venia por ella. Alicia se dio cuenta que su cuerpo se movía hacia el de ella. Su cuerpo se tensó, no podía creerlo. Sus orines comenzaron a brotar, su frente destilaba sudor. Venia hacia ella cuchillo en manos.
Humberto Guerrero Reyes
Continuara….
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