El
génesis

Hacia el 1957 la comunidad de Gualey fue incluida dentro de
los planes de urbanización del dictador y se les comenzaron a establecer los
servicios propios de estas comunidades, calles, los espacios de las aceras,
agua, etc.
El rio Ozama para la época era una hermosura, con aguas
limpias no contaminadas, con arbustos y follajes en todas sus riberas que lo
hacia envidiable. Por la década de los 60 su población fue engrosada por
personas humildes de nuestros campos que venían a buscar vida en la capital y
que se ubicaron más a la orilla que los pobladores originales tomando las aguas
del rio como desagüe natural de todos los quehaceres humanos. Contaminando todo
el lugar.
Es de recordarse que el día que ajustician al dictador,
precisamente esa tarde había visitado la base de San Isidro y cuando pasaban por el puente Duarte detuvo
el auto presidencial y al observar la gran cantidad de ciudadanos que venían ocupando
la orilla del rio Ozama ordeno que en los próximos días fueran desalojados de allí.
En este sector se habían asentado muchos militares que no habían
podido ser ubicados en Faris, que con la esperanza de que algún día pudieran
conseguir una de las casas que se fabricaron para los militares, pues vinieron
a vivir a Gualey para estar en las proximidades, es de esa manera que luego de
pasada la guerra civil el cabo del ejército Juan Orlando González viniese desde la provincia de la Vega Real a
vivir aquí.
El cabo González, oriundo de Santiago de los 30 caballeros,
se habría enlistado en el ejército a mediados de la década de los 50 rehuyendo
a las tareas del campo y además el prestigio de la institución de donde había salido
el dictador. En esos años tan solo de tener el uniforme militar era una vía
para hacer camino en la vida. Es por ello que muchos jóvenes veían en el ejército
una vía para poder resolver su vida y la
de su familia. El cabo González era una persona de mediana estatura, de tez
blanca, pelo lacio recogido hacia atrás y un temperamento de los mil demonios.
Cuando el estallido de la guerra civil, González decidió
participar del lado del CEFA, los militares anti constitucionalistas. Estos
militares fueron los que bombardearon
las zonas urbanas ocupadas por los constitucionalistas y ametrallaban la
población con armamentos pesados, incluyendo tanquetas de guerra. Una de ella
era manejada por el cabo. Tras terminada la guerra civil no soporto regresar a
la Vega a donde se había mudado desde Santiago porque lo habían trasladado a la
dotación del ejercito de esa provincia
Desde la Vega es que el cabo González llega al sector
capitalino llamado Gualey. No había podido conseguir un solar, pero mientras
tanto alquilo una pequeña casa de madera vieja. Era un pequeño rancho de dos habitaciones malolientes y una letrina
en el patio que utilizaban 6 casas. La utilización de este baño era sumamente
incomodo por el hecho de lo anti higiénico, pero también por las cantidades de
personas que se asistían allí.
El cabo Gonzales estaba emparejado en unión libre con una
jovencita oriunda de la comunidad de Salcedo. Ella apenas contaba con 16 años
de edad. Era una chica bonita de pelo castaño y lacio. Su cuerpo se dibujaba
perfectamente en sus humildes vestidos propios de su condición económica. Venia
de una familia muy humilde, como eran las mayorías de las personas de esas
comunidades campesinas. Griselda María De la Cruz, que era como se llamaba la mujer
del cabo González, era la más pequeña de ocho hermanos. La mayor había muerto
años atrás y de los siete que quedaban solo uno era varón.
La vida de Griselda al lado del Cabo González era muy difícil
por lo violento y autoritario que era este, pero como chica enamorada,
analfabeta y con deseo de salir del lado familiar en donde no había de nada,
esta era sumisa a las exigencias del marido. Viviendo en Gualey había quedado
embarazada de su primer retoño. Ambos estaban bien ilusionados con la llegada
de su primer bebe. Pero a pesar de eso los maltratos a que era sometida la
mujer no se detenían.

El enamorado de Karla, que era como se llamaba la rubia
petromacorisana, como todo un galán conquistador, entendiendo que estaba seguro
se dirigió a concretizar su pesca se acercó hacia donde las amigas parlanchina
y creyéndose dueño de la situación se sentó allí cerveza en manos. En principio
Griselda se preocupó pensando en su marido y en los maltratos a que era sometida,
pero el no estaba allí ahora y quizás no pasaría nada.
Alrededor de los parlantes se distribuían varias botellas
de cerveza, pero las cosas comenzaron a complicarse con la llegada de un amigo
de la enamorada de la rubia. Todos reían con verdadera ganas bajos los efectos
de la bebida alcohólica. Griselda en su condición solo tomaba jugos. La cosa se
ensombreció cuando repentinamente llego al lugar el marido de Griselda. Esta palideció,
sabía que las cosas no terminarían bien. La expresión en el rostro del Cabo
Gonzales no era nada agradable y su próxima acción no dejaba pensar nada bueno.
Los que estaban allí cerca quedaron sordos por el estallido de algo que provoco
que muchos salieran corriendo y otros rodaran por el suelo. La tragedia había llegado
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