
Cuando pudo dominar la guagua se detuvieron para chequear
lo que había pasado. Un camión lleno de cajas de cerveza había sido quien le había
dado un pequeño toque. Había un gran
barullo, las mujeres estaban muy asustadas, no decían nada, ellas tenían una
idea de dónde venía toda aquella confusión.
Lo bueno es que no había pasado nada que lamentar y
pudieron continuar camino sin más sustos.
Cuando bajaron de la camioneta que la llevo hasta su
destino final, las mujeres bajaron y respiraron con más tranquilidad. Isa muy
segura de sí tomo la delantera, ya que conocía bien todo aquello. Las personas
la saludaban muy efusivamente. Los niños se acercaban a curiosear.
Se dirigieron directamente donde Agapita que ya estaba
avisada de la llegada de la visita. De
todos modos había más personas consultándose ese día. Los días en especial para
este tipo de consulta eran los martes y viernes.
Los que ya habían llegado esperaban en el patio sentado
en un banco de madera y algunas sillas de guano. Las mujeres encontraron lugar
en el banco. Adentro del altar se escuchaba una alabanza dedicada a Anaisa Pie.
De pronto salió una mujer, luego regreso con una cerveza en las manos, se escuchó
una campana. Luego el silencio.
Cuando les llegó el turno a las mujeres, estas penetraron
al altar, la ayudante adelanto dos sillas más. Se veían muchos cuadros de
santos, varios de ellos tenían una fuente delante donde se resaltaba aceite con
una mecha.
De un lado se podía divisar la bandera dominicana, había otras
banderas cada uno llevando un color en representación a cada deidad. Entre estas
y el altar la silla principal y la mujer que fungía ser el “caballo” que
montaba el misterio. Tenía un vestido amarillo que llegaba más allá de las rodillas. En la
cintura un pañuelo verde amarrado y en
la cabeza un pañuelo amarillo. Sostenía un cigarrillo en los labios y una
cerveza en la mano derecha.
Isa se le acerco, le tendió la mano izquierda, soltó la
cerveza, le dio una vuelta en la manecillas del reloj, cuando le dio la vuelta
completa hizo lo propia con la otra mano, pero en sentido contrario. Isa sintió que se iba hacia atrás, el “ser “en la
cabeza de Agapita la sostuvo con firmeza, cruzo la otra mano y la puso de pie.
La madre de Rosa y su vecina también saludaron de la
misma forma y luego tomaron asiento. La madre de Rosa paso a contarle sus
problemas. Anaisa que era el misterio en cabeza asentía, le paso la cerveza y
esta tomo un trago, al final le informo:

Las otras dos mujeres también aprovecharon y se
consultaron y de ahí se marcharon con la expectativa de ir a busca ese “servicio”
debajo de aquella mata.
Continuara…
Humberto Guerrero
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