Eran las seis de la mañana, Rosa casi no había dormido,
no estaba segura de lo que pasaba, pensaba que podía ser el calor que hizo toda
la noche, la energía eléctrica se fue como a las diez, no tenían ningún generador
extra para las emergencia de falta de luz eléctrica, no sabía justificar el
insomnio que no la dejaba dormir. Algo le preocupaba.

Meditando una cosa y otra le llegaron los recuerdos de unos meses atrás, aquella
experiencia que había tenido y que no le había podido contar a nadie le dejaría
marcada de por vida y al final de los hechos la habían dejado con mucha confusión
Es lógico que la chica estuviese confundida con todo lo
que le pasaba en la vida, es que era apenas una niña de doce años de edad y en
ese momento le acontecían cosas de
personas mayores.
Rosa recordaba aquel domingo de día de carnaval cuando
Pocho fue a buscar a su hermano y ella se estaba bañando.
Cuando la chica le dijo que todos se habían ido se armó
un silencio que cortaba en el aire. Pasaron unos segundos y Rosa no sabía si el
chico se había ido. Recordaba lo que decían de este sobre que había violado
algunas chicas
La niña espero un ratito más y se dispuso a sacar la
cabeza a ver si se había ido ya que aún no terminaba de bañarse. Así lo hizo y
en ese mismo momento sintió la envestida de una vestía salvaje cuando se abalanza
sobre su presa.
Rosa no podía mover sus brazos porque unas fuertes
tenazas la apretaban hasta dolerle, su cuerpo chocaba con el envase de agua y
en medio del forcejeo el agua de derramo por todas partes. Pensaba en sus
padres, en sus hermanos que no estaban allí. No sabía cómo escaparía de esto.
Pocho antes de entrar a aquel baño se había quitado el pantalón
seguro de lo iba hacer. La niña quiso defenderse, pero su frágil cuerpo no podía
con aquel maleante que parecía un gigante hecho de acero.
Mientras ambos forcejaban Pocho pensaba como podía hacerlo
mejor. Ya que aquella niña era una presa fácil podía darse el lujo de observar
aquel cuerpo virginal. La verdad que aquel génesis de mujer incitaba a disfruta
de ese manjar para aquella mente sucia y enferma.
La bestia hinchada de deseos entendía que la mejor forma
de llevar a cabo sus deseos primitivos era dándole vuelta y obligarla a encorvarse
y así lograr la penetración. La delgada niña se defendía pero era inútil termino
dejando que la cosa pasara y lograr que los instinto animal de aquel violador
se saciaran y terminara su suplicio.
Lo que Rosa sentía era infernal: Dolor horrible, veía
mucha sangre saliendo de su intimidad, su cuerpo desfallecido, su vida acabada,
su niñez mutilada; y aquel verdugo frente a ella. Se veía feliz, complacido con
su monstruosidad. Se pavoneaba como que ella le pertenecía.
Para completar su obra le amenazo con que no le dijera
nada a nadie, haciéndole ver que él era capaz de asesinarlos a todos y llevársela
a ella. Aquel día no salió a ninguna parte, cuando sus padres llegaron la encontraron
acostada y al preguntarle qué porque se quedó
se limitó a decirle que le dolía la barriga. No se dieron cuenta de nada en el
baño porque Rosa había arreglado todo allí.
Como todas las familias pobres, en la casa de Rosa se vivía
con el día a día. Había que salir a la calle a buscar el peso para poder comer.
Por esto Rosa solía quedarse sola, ya que ella tenía que hacer los deberes del
hogar.
Desde que paso el incidente con Pocho, hacían cuatros días,
no lo había vuelto a ver, hasta esa mañana que lo vio parado en la puerta. Rosa
limpiaba la casa en ese momento cuando vio esa figura parada allí. Su cuerpo comenzó
a temblar, sus rodillas se aflojaron, su corazón parecía que se saldría de su
pecho. De su parte él se veía sereno. Feliz y autoritario.
Pocho cerró la puerta, la tomo por el brazo y la hizo
pasar a la habitación. No tenían que ir muy lejos, porque aquella casa solo
estaba compuesto por dos cuartuchos de madera vieja, techada de zinc y donde no alcanzaba madera tenia algunas
hojas de latas abiertas.
La tiro en la cama, a la niña le saltaron las lágrimas
y una mirada de terror que había que tener corazón para entenderla. Él le decía
que ella era su mujer y que podía usarla cuando quisiera.
La beso a la mala, se quitó la camisa y volvió acariciarla,
en eso tocaron fuerte en la puerta, había regresado su hermano mayor y venia
hacia la habitación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario